jueves, 21 de enero de 2010

GITTA SERENY

Editorial: Edhasa
Páginas: 573
Año: 2009

El genocidio judío a manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial ha tenido escasa relevancia en el mundo de la literatura española; ya sea desde un punto de vista
ético-político y las conclusiones que de aquel acontecimiento se pudieran extraer; ya sea desde el punto de vista histórico a través del desvelamiento de la verdad y la conservación de la memoria histórica en torno a ese hecho.

Desconozco las razones de semejante olvido, pero me atreveré a señalar, al menos uno que parece obvio; que al no participar directamente los españoles en ese terrible episodio su interés ha quedado muy diluido. No se han sentido concernidos por tal hecho y como consecuencia lo han ignorado. Cabe decir en descargo de esta actitud que bastante tenían los españoles con lo que tenían. A la razón anterior podría añadírsele otra: la comunidad judía en España es tan pequeña que no tienen suficiente voz ni fuerza para hacerse oír y, al menos reclamar, el acompañamiento en el duelo ante tal atrocidad.
La consecuencia de todo lo anterior es que la bibliografía en castellano en torno al suceso más brutal de toda la historia de la humanidad es más bien escasa. Así que, aunque sea con muchos años de retraso, hay que dar la bienvenida a los libros que, como este, arrojan luz sobre semejante suceso.
Este impresionante testimonio surge de las entrevistas de la periodista y escritora Gitta Sereny le realizaó a Franz Stangl, comandante de los campos de exterminio de Sobibor y de Treblinka. Durante más de setenta horas, a partir de 1972, cuando Stangl se encontraba en prisión tras ser juzgado por genocidio, la autora le entrevistó no sólo a él, sino también a miembros de su familia, a sus amigos, a las personas que le encontraron en su escondite en Brasil y a supervivientes de los campos de concentración.
Una de las virtudes de este necesario libro de Gitta Sereny es que es un ejemplo paradigmático de eso que Hannah Arendt definió como la ‘banalidad del mal’ refiriéndose a Eichmann; es decir, que quienes llevaron a cabo la destrucción de millones de vidas humanas no eran monstruos desalmados, tipos con cuernos y rabo, sino que eran personas comunes y corrientes. Y Franz Stangl, que nunca se arrepintió de lo que hizo, era un hombre normal.
Me atrevería a decir que es un libro de lectura obligada.



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