domingo, 2 de noviembre de 2008

UN HOMBRE EN LA OSCURIDAD


Título: Un hombre en la oscuridad
Autor: Paul Auster
Editorial: Anagrama
Páginas: 207
Año: 2008

Para que no haya errores: el último libro del neoyorquino Paul Auster es muy recomendable. Tras un coñazo que no había por donde cogerlo como fue “Viajes por el Scriptorium”, aparece ahora esta hermosa novela que atrapa al lector desde las primeras páginas; y ello no tanto en función de la historia que narra sino por la escritura misma: fluida, brotando con total y absoluta naturalidad y claridad.
Auster consigue eso tan difícil en la literatura que es que uno lea como si se estuviese hablando. Tiene algo de libro infantil este “Un hombre…” en el sentido de que alguien cuenta un cuento para lograr tu atención e introducirte en su mundo. Y es que esta novela logra mantener pegado al lector a sus páginas.
La novela puede dividirse en dos partes (aunque la primera, a su vez puede dividirse en otras dos): en la primera, el protagonista August Brill, que vive con su hija y su nieta (ambas han perdido a sus hombres en distintas circunstancias pero las dos están muy tocadas anímicamente), y que se encuentra en una fase de reposo tras un accidente inventa una novela que no va a escribir (una “novela mental” cabría decir) mientras no puede dormir por las noches. Ese relato es una ucronía que se desarrolla en una América que se encuentra en guerra civil. Owen Brick, su protagonista, se ve metido en un conflicto que no comprende y en el que se ve inmerso al recibir una orden maquiavélica: tiene que asesinar a August Brill, el responsable último de esa guerra … y no cuento más.
Pero si la primera parte es interesante, el final es de una belleza melancólica magnífica. Escuchar/leer a August Brill contarle a su nieta su vida, y en especial la relación con su esposa –fallecida recientemente a causa de un cáncer-, es algo que emociona y que invita a seguir leyendo; la cena puede esperar, perder unos largos minutos de sueño que ya se recuperarán con una siesta y las, en general y salvo honrosas excepciones, infames series televisivas pueden seguir perdiendo audiencia. Así de magnífico es ese canto, en parte elegíaco si se quiere, al amor. Y aquí es donde aparece el narrador genial que es Paul Auster.
Léansela, disfrútenla y guárdenla en su biblioteca.

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