viernes, 8 de enero de 2010

PATRICK MODIANO - CALLE DE LAS TIENDAS OSCURAS

Editorial: Anagrama
Páginas: 233
Año: 2009

Luigi Pirandello escribió una obra de teatro en la que una serie de personajes iban en busca de un autor. Pues bien, está novela del escritor francés Patrick Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945), que ahora llega al mercado español (aunque ya hace años se editó en castellano Venezuela bajo otro título) y que le hizo ganar el prestigioso premio Goncourt con poco más de 30 años, bien pudiera resumirse de la siguiente manera: un ex detective en busca de una identidad.
En esta obra se dan cita ya algunos de los elementos característicos de la obra de Modiano: la soledad inevitable a la que se enfrentan sus personajes cuando quieren recuperar su pasado; la búsqueda de una identidad a través de la memoria; las calles de París, nombradas todas para señalar la vida que en ellas se produce –en este sentido puede decirse que sus novelas son topográficas-; y la época de la ocupación, uno de los tiempos más oscuros de la historia francesa reciente, todavía no suficientemente aclarado y asumido por los franceses que la han magnificado en exceso con las historias de la Resistencia.
“Calle de las tiendas oscuras” es la historia de un personaje secundario de “El café de la juventud perdida”, el detective privado Guy Roland. Este, tiene un nombre prestado, pues carece de identidad, no tiene memoria, no sabe quien es. En un alarde detectivesco comenzará una investigación en busca de su pasado, no sabe si turbio o cristalino, aunque cada vez que mira atrás hay cierta aureola de mejor no saber por lo que te puedas encontrar.
En esta búsqueda de su identidad –de la que nunca esta seguro de ser la que es pues siempre hay algo que acaba fallando- se encontrará con unos emigrantes rusos que le conducirán a los años de la Ocupación alemana, durante la Segunda Guerra Mundial; acabará creyendo que es un tal Pedro McEvoy, un diplomático con pasaporte dominicano, que acaba envuelto en un historia trágica, que da como resultado un final abierto, pues ese detective sin nombre sigue sin saber quien es pero sabe que ha vivido algo real, o al menos reconstruye algo que alguien ha vivido.
En fin, puede que no sepamos quienes somos, que dudemos cartesianamente de nuestro yo, pero al final hay una cruda, y en las novelas de Modiano brutal, realidad que se impone.




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